¿Te cuesta decir NO?
Te llama tu jefe para pedirte que en las próximas semanas te involucres en un nuevo proyecto que te llevará muchas horas extra trabajo, a pesar de que tu vida personal se resentirá le dices SI ; tus amigos insisten en salir después de cenar a bailar y a ti no te apetece pero piensas: “si les digo que no creerán que soy un aburrido y no me volverán a llamar en otras ocasiones” terminas diciendo SI; una dependienta te ofrece un nuevo producto que no necesitas pero la presión del momento con todos los demás clientes esperando para ser atendidos termina haciendo que te lo lleves, dices SI; un amigo te pide dinero, estás en un mal momento económico pero piensas que si te niegas perderás a tu amigo por egoísta, terminas diciendo SI …
¿En cuantas situaciones has acabado diciendo sí cuando en realidad querías dar una respuesta negativa?
Existen muchas situaciones cotidianas en las que nos encontramos en la necesidad de utilizar nuestra asertividad o terminamos haciendo lo que otros quieren. Cuando se da esta situación muchas veces nos sentimos presionados para decir sí, pero una vez hemos contestado normalmente nos sentimos enfadados con nosotros mismo por no haber sabido defender nuestros derechos. Pero por otro lado, cuando decimos no nos invade un sentimiento de culpabilidad o miedo al rechazo de la otra persona.
La asertividad como otra capacidades se puede aprender. Al principio puede resultar difícil pero según vas avanzando y defendiendo tus deseos, la culpa por ello va disminuyendo y aumenta la autoestima. A largo plazo los sentimientos negativos que despierta ser asertivo van desapareciendo dejando pasar sentimientos de autovalía y seguridad en uno mismo. Además las personas asertivas suelen ser más valoradas por los demás y más respetadas.
La asertividad se puede definir como la capacidad de defender nuestros derechos, sentimientos o valores, sin agredir los de los demás. En los otros dos extremos se sitúan la pasividad, donde dejas que otras personas tomen las decisiones por ti, y la agresividad donde defiendes tus propios derechos sin tener en cuenta los de la persona que tienes delante. Evidentemente la asertividad es el modo más sano de comportamiento. La persona no asertiva suele tener problemas en las relaciones sociales ya que no logra comunicar eficazmente lo que quiere.
Muchas personas han aprendido que anteponerse a los demás es egoísta, pero a veces, también puedes tener el derecho a ser el primero. Otro de los puntos a tener en cuenta sobre este tema es aceptar que tenemos derecho a equivocarnos. No somos perfectos y podemos cambiar de opinión sobre algún tema. Lo que tenemos que hacer es reflexionar sobre ello, pedir disculpas si es necesario e intentar solucionarlo en la medida de lo posible, sin la necesidad de que la culpa nos coma.
En una comunicación asertiva es importante respetarse mutuamente. Las descalificaciones solo ayudan a crear un clima de crispación que entorpece cualquier tipo de acuerdo. Una buena capacidad de manejar los conflictos tratandolos abiertamente, negociando en un ambiente de respeto mutuo, hará más fácil encontrar una solución. Por tanto, es importante ser directo, respetando las opiniones del otro aunque sean diferentes y expresando los propios sentimientos de manera clara. Así una comunicación asertiva tiene varias ventajas frente a la pasiva o agresiva: favorece el respeto mutuo, mejora las relaciones sociales, ayuda a resolver los conflictos y facilita una conversación fluida y directa. Además mejora la autoestima y reduce el estrés.
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