Cuando perdemos a alguien nos inunda una fuerte sensación de angustia, un sentimiento desgarrador, como que nos han arrancado una parte de nosotros interna y profunda, el sufrimiento y el dolor es tan grande que a veces creemos que no lo podemos soportar, la vida en un momento se vuelve gris y pesada, tenías todo bajo control, estable y seguro. La vida estaba bien como estaba, y sin buscarlo todo cambia sin quererlo, sentimos impotencia y frustración por que las cosas sean como no esperamos que sean, como no lo teníamos planeado, y encima esa pérdida nos quita las fuerzas para seguir.
Cada cosa que tenemos que hacer supone un gran esfuerzo, nos hemos apagado, y lo que hacemos es sobrevivir no vivir, en muchas ocasiones pasan los días y nos vamos cargando más de negatividad, pero esto tiene dos caminos, uno dejarnos llevar por este estado de tristeza y apatía por el cual es muy fácil dejarnos llevar y que nos envuelva, donde nuestra mente se engancha a esos oscuros pensamientos que funcionan como una bola que se hace cada vez más grande. No nos dejan pensar bien, nos los creemos y nos provoca sentimientos negativos que hacen que nuestra vida se tambalee.
Por otro lado tenemos la opción de coger otro camino, supone más esfuerzo y atención, pero nos ayudará a volver a ser felices o si no lo éramos a serlo después de vivir una situación dura. Podemos pararnos a pensar que hacer a partir de ese momento, sentirnos agradecidos por haber tenido a esa persona a nuestro lado, por todo lo bueno que nos dio, por lo vivido juntos, pero lo más importante lo que podemos aprender de esa persona, y no solo aprender lo positivo, también lo que no queremos en nuestra vida. De todo se aprende algo. Mantener esos recuerdos positivos es bueno, significa que en nuestra vida hay cosas que merecen la pena, que lo vivido y disfrutado ya no nos lo podrá arrebatar nadie, cerrar los ojos y revivir las veces que queramos determinadas situaciones, olores o sensaciones, serán nuestras para siempre.
Podemos seguir viviendo aunque las circunstancias hayan cambiado, reconstruir nuestro día a día de otra manera, rodearnos de nuestros amigos o familiares, apuntarnos a clases de tango o pintura, lo que queramos, buscar otras experiencias nuevas que nos hagan volver a sentir alegría y satisfacción, porque sentir angustia o tristeza es automático, pero a veces tenemos que trabajar en hacer cosas que nos despierten otras sensaciones positivas y agradables. Debemos obligarnos a reordenar y a llenar nuestra vida de actividades y tareas que nos recuerden que seguimos aquí y que nos quedan muchas cosas por hacer.
Echar de menos a alguien no tiene por qué significar deprimirnos, ese sentimiento posiblemente estará siempre, pero se puede ser feliz con él, intentar ver el lado bueno de las cosas es una buena estrategia para mantenernos en un estado de bienestar, nos permite pensar mejor y con más claridad, ayuda a mantener la mente sana y centrada en la realidad y el presente. Eso es fundamental para seguir avanzando.
Es clave recordarnos en momentos duros y difíciles “CALMA” nos ayuda a ir aceptando la pérdida.
Cómo decía mi querida amiga Rosa: “bueno, tranquila que ya se resolverá todo”.
Comentarios recientes